La importancia de contrarrestar el impacto del amoniaco en la producción animal
La emisión de gases tóxicos y/o irritantes es un problema serio para los establecimientos de producción animal. Por un lado, impactan negativamente en la producción, salud y bienestar animal, como así también en la salud y bienestar de los trabajadores, por otro lado, contribuyen a la contaminación del medio ambiente.
El estiércol unido al material del suelo y el estiércol almacenado producen una variedad de gases, siendo el amoníaco el principal gas emitido en las explotaciones ganaderas.
Cada uno de los tipos de explotación animal de confinamiento, tienen asignados límites máximos de amoniaco para resguardar la salud, el confort y la producción de los animales. Por poner un ejemplo, la Directiva 2007/43/CE del Consejo Europeo del 28 de junio de 2007 establece las disposiciones mínimas para la protección de los pollos destinados a la producción de carne (pollos de engorde).
Esta directiva considera varios parámetros, pero en lo que respecta al amoniaco (*), establece un límite máximo de 20 ppm.
Varios estudios indican que en presencia de 25 ppm de amoniaco hay aumento en la secreción de moco en las vías respiratorias de los animales y que los cilios protectores de los pulmones y bronquios dejan de cumplir su función protectora dejando la vía libre para los patógenos y la consecuente enfermedad.
También hay estudios que demuestran que la exposición prolongada a 25 ppm de amoniaco hace que los pollos de engorde crezcan más lentamente generando importantes pérdidas en cada ciclo de producción.
(*) El amoniaco es un gas incoloro de olor fuerte, soluble en agua y más ligero que el aire, que proviene principalmente de la degradación de la urea presente en la orina.
La urea proviene del Nitrógeno que consumen los animales, es decir, de la Proteína Bruta de los piensos. Una vez absorbida, la proteína sufre un proceso metabólico por el cual una parte de la misma pasa a formar parte de los tejidos ó producciones de los animales (crecimiento, fetos, huevos, leche, etc.), mientras que el resto se elimina por la orina en forma de urea que pasa al estiércol, siendo susceptible de degradarse hasta amoniaco.
En resumen, la proteína ingerida por los animales no se aprovecha eficientemente y una cantidad de Nitrógeno orgánico es eliminado por las excretas.
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